Algunos días el mar se convierte en un gran cristal.
Uno entra como con miedo de romper algo, casi pidiendo permiso.
Un equilibrio líquido que implica a la tierra y al cielo.
A las rocas y a las plantas. A todos los seres vivos.
Las olas se han quedado en alta mar. Vendrán otro día.
Podemos mirar la superficie y el fondo a un tiempo.
Descubrir el cielo y nuestro propio rostro en el agua.
foto, Cala junto a la Playa del Arco, © o.m.
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